pela metade

Diana Margarita Torres Jiménez

Graduanda em Cinema e Audiovisual pela UFF, através do Programa de

Estudantes – Convênio de Graduação (PEC-G), originária da Colômbia.

O ato da comunicação é que nem uma dança, nela se entrelaçam as palavras, os afetos, as culturas e os movimentos. Não há exatidão. É um tecido que cresce conforme as experiências, vidas e passos que damos. Sempre mutável. Convida o outre, quem quer que seja: pássaro, flor, leitor abraçar por um instante a realidade alheia e senti-la sua.

Hoje me sensibilizo diante das diversas formas de comunicação que exerço e percebo o quanto ela diz da minha história, quanto ela revela os muitos mundos que me compõem. São diversos os territórios que me atravessam. Hoje escrevo, falo, penso e me cativo com os traços firmes e pulsantes da nossa América Latina. A carta se esboça diante a magia que é carregar como tatuagem línguas que se conectam e confundem. Diferentes, porém irmãs. Las letras que recogen mis sentires se expresan en la lengua que nos quitó la frontera. Escrevo em portuñol, uma língua encantada que existe porque resiste. Uma dança livre e desordenada do portugués e do español. É com o portunhol que comecei a caminhar e a dizer nestas terras.

Hoy te escribo desde un lugar muy especial y el cual no frecuentaba hace días de la manera que lo hago hoy, en calma, con tiempo y sin preocupaciones: la playa.

Me detengo en el tiempo, y pienso lo que han sido mis días para contarlos. Estoy aquí, lejos del país que me sintió nacer y el cual constituye gran parte de lo que soy como persona. A corrente intempestiva do Oceano Atlântico me puxou para o sul, soltei montanhas e amores para viver a aventura carioca. Chegando ao Brasil descobri o verdadeiro nome dessa força. Iemanjá. Mainha das águas salgadas. Rainha do mar. É ela que tudo leva e tudo traz de volta. É ela que me trouxe até aqui e diante ela te esboço estas linhas.

A mi lado me acompaña una dulce mandarina que me dieron al almuerzo en el Restaurante Universitario (más conocido como “bandejão”). Hoy oficialmente terminé el 100% de las disciplinas que estaba cursando este semestre. Este semestre fue inusitado, pensando bien, muchas cosas sucedieron y sí que pasó rápido!!!

Pienso en eso constantemente… en lo rápido que pasa el tiempo. Y así como siento el paso del tiempo que todo parece curar y llevar, hoy mis días aquí no se sienten más como recorriendo un espacio desconocido, no soy más “extranjera” — quiero decir, no me siento una, vivo aquí, estoy aquí y cómo residente, siento los eventos dia- rios, la distancia, los desencuentros, las cosas buenas y las no tanto de forma mucho más intensa. Los sucesos diarios tanto míos como del mundo me tocan de una manera profunda y personal.

Quienes me rodean no son más desconocidos. Claro que aún recuerdo la sensación de serlo ante los ojos y corazones de quienes cruzaba en la calle, en la panadería, en el ônibus. Sensación que no tardó mucho en desaparecer pues entablar vínculos aquí no es una tarea difícil, y no lo digo por mi capacidad de socialización, lo digo más bien por la capacidad e incluso talento, don, especialidad que tienen los brasileños para abrazar al otre, sin importar de donde es o porquê está aquí. Um exercício de olho no olho. Alteridade. Aliás, esa es una de las palabras que aprendí. Y que hace parte de un extenso vocabulario que ha ido creciendo conforme pasan los días. Alteridade: diz da capacidade de se colocar no lugar do outro. De perceber o outre como uma pessoa singular e subjetiva. É o reconhecimento e o respeito das diferenças entre as pessoas.

E por alteridade lembro da palavra sinergia, uma palavra que me fez sentir na pele o poder vital do trabalho coletivo. Aqui tenho aprendido o valor da criação conjunta, da soma de forças, do poder criador quando reconhecemos quem cria junto conosco. Otra palabra que se suma al vocabulario. Sinergia: el encuentro de energías. Esforço coletivo e solidário que busca um melhor resultado do que aqueles obtidos individualmente. O valor do coletivo é infindável. Às vezes as palavras cansam, mas quando elas são traduzidas e materializadas na ação comunicam sozinhas. Recuerdo con cariño una larga jornada bajo el sol carioca de 40 grados cortando y recogiendo pasto de la Orla do Gragoatá junto a tantas — las suficientes — energías. Habíamos logrado en colectivo liberar y revitalizar un espacio que estaba perdido y olvidado en la Universidad, muchas fueron las causas de su abandono, llámese falta de recursos, burocracia, desinterés… sei lá. ¡Lo logramos! Hoy, meses después de la acción, el pasto creció de nuevo y me he cuestionado qué sentido tuvo nuestra hazaña. La naturaleza no da tregua y como siempre nos enseña crece y permanece poderosa frente a las voluntades humanas, sin embargo, las personas, pocas o muchas, pudieron apropiarse de nuevo de un espacio que nunca dejó de ser de ellas, de nosotres.

Es así como recuerdo tantos ejercicios y prácticas en torno a lo que creía mi objetivo principal al llegar a Brasil: estudiar cine. El cine se vive y gesta en comunidad. Solo así tiene sentido. Trabajar en equipo no es una opción, es un principio, porque hacer cine sólo hasta que es posible, pero no es tan divertido. Se hace cine para dis- frutar del proceso, del aprender con otres tantos que están ahí contigo haciendo realidad una idea. Aquí trabajamos con personas, y eso me lleva a recordar algo que escribí al inicio de esta carta, y es que las personas son mundos, cada uno diferente del otro y con una complejidad extraordinaria. Así que es nuestro deber tener cuidado y cariño por quienes nos rodean. Entendí la importancia del minuto antes de comenzar cualquier tipo de proyecto que involucre una o varias voluntades, de proyectos impulsados por la sinergia. El minuto donde todos nos miramos a los ojos, nos reconocemos en el otre, nos agradecemos por estar ahí, presentes y dispuestos y nos deseamos una buena jornada de creación. Basta tener los ojos y el corazón atento para percibir la diferencia de cuando existe y cuando no ese primer minuto.

Estudiar cine indudablemente es uno de los principales motivos por los cuáles decidí venir, sin embargo vivir en otro país acarrea con sin fin de efectos y aprendizajes colaterales que solo viviendo la experiencia los percibo. No Brasil, tenho aprendido a poetizar meus dias, dancei uma ciranda e aprendi fazer da ciranda um estilo de vida, onde todes são bem-vindes, onde estreitamos laços, apertamos mãos e dançamos conectados, formando um círculo que rodopia, enquanto olhos e pés se esbarram cúmplices da alegria partilhada. “Minha ciranda não é minha só, ela é de todos nós, ela é de todos nós” cantava Lia de Itamaracá como quem prediz a magia inevitável que é ser parte de uma.

E a festa que é uma ciranda se vive até nas mesas de jantar, onde se dança em torno das delícias que as panelas abrigam. Antes de continuar me permito uma aclaração, panela em espanhol significa rapadura mas quando se fala de panela aqui é olla. Continuando… As panelas são dispostas no meio dos comensais numa sincronicidade de sabores, cheiros e texturas. O feijão sempre presente: carioca, preto, de corda ou fradinho. As panelas na mesa contam da generosidade, variedade e criatividade dos jantares brasileiros. Eis que me encantei e nunca mais — se for eu que cozinho, — deixo as panelas no fogão. Ninguém conhece o tamanho da fome do outre.

Nuestros cuerpos y energías ocupan y cambian de espacio y forma constantemente. Hoy, reflexionado, estuve en el salón de clase, me fui a almorzar al restaurante, regresé a la U, anduve por la Orla, fui al Centro de Artes, llegué a casa. Transitamos tantos lugares en tan corto tiempo, atravesamos tantos mundos. Lo sentí fuerte este semestre: los afanes diarios y los espacios transitados. Estuve agotada, porque los espacios habitados o inhabitados consumen nuestra energía, de varias formas, depende quienes lo compongan, depende como estemos y cuan sensible seamos a ellos. La energía — porque todo es energía según estudios de física, aseguró mi profesora — de lo humano o inanimado me afecta, me atraviesa. Aprendí, y una amiga me lo reiteró sin saber siquiera que era justo lo que necesitaba escuchar ese día, que a veces necesitamos recogernos “como um casulo”. Bonita esa palabra, ¿no? Casulo significa capullo, recogerlos como un capullo.

Capullo: cubierta protectora, generalmente ovalada, que fabrican las larvas de ciertos insectos, especialmente el gusano de seda, con el hilo que segregan, y dentro de la cual se encierran antes de pasar al estado de ninfa.

…Que sería otro estado evolutivo del insecto. Necesitamos recogernos como un capullo, dice Giulia. Para evolucionar, transformar, “pasar al estado de ninfa” necesitamos parar un poco y mirar para dentro, para nosotres mismes. Pienso que todo en la vida parte de un equilibrio, la vida y sus malabarismos. Habitar el casulo de por vida tampoco es una opción. Me alimenta la sonrisa desconocida, las charlas incalculadas, las cenas improvisadas, el deseo del extraño en ayudar al extraño, me alimentan los colores de las flores, los tonos del cielo desde el jardín, los atardeceres en la Praia de Boa Viagem, las andanzas de bicicleta.

La lucha, la tuya, la nuestra.

Sobre meus percalços idiomáticos: continuo sem compreender a diferença de avó e avô, quando ouço parece a mesma coisa, sempre… Ainda esqueço o “u” depois da “o” quando falo de várias possibilidades, o mas é pero, o mais suma, maiz é milho, milho é ancestral, o cantante é cantor e canción se faz música. Luto é verbo. A palavra nos de nós é diferenciada por um acento, mas o nós é um entrelaçamento de forças. Forças que se sujeitam e seguram.

E se falamos de desconstrução idiomática porque não desconstruir a gastronomia?

Morando no Brasil bati de frente com possibilidades antes impensáveis. Você imagina pipoca com leite moça? Ou talvez cachorro quente e purê de batata? Um pastel que mede mais de quarenta centímetros, litrões de cerveja e pão de sal que é pesado. Que aliás me recomendaram comprar quando estiver frio, porque quente é mais caro e mais gostoso também…

A decir verdad, todos los lugares tienen sus particularidades, recuerdo cuando hicimos una changua, receta tradicional de Colombia y no hubo quien no hiciera un comentario sorprendido al ver cebolla y pan sumergido en leche y cilantro… Es una delicia y la especialidad de mi madre… Con el frío de Bogotá no se niega una sopita caliente. Pero aquí, bajo 40 ºC pensar una sopa es una verdadera infamia.

O coração não tem contorno. Ele se expande segundo os amores que transpassa. Famílias, criei laços de irmandade, me adornam carinhos que sinto maternos. Desta família a genuinidade do amor sincero, do amor incondicional, de quem te aceita como humana: errante e crescente. A possibilidade de afetos. Desta família meu amor sincero e grato, sempre.

Descobri que a saudade é uma palavra que dói, que se chora, se ri, vira até um estilo de vida se permitir. O hoje que não é mais aquele que te escrevia no começo da carta é um hoje bogotano, frio e montanhoso e hoje senti saudade do tempo abafado, da cerveja na praça, dos encontros que se fazem serendipias, da música que todo brasileiro carrega nas veias, das melancias saborosas do atacadão do centro, dos rolês sem destino na Aurora, da praia, da areia nos chinelos, do suor, suor quente, do cabelo endurecido depois de um banho de mar, dos caixotes, da água de coco, nossa!, a água de coco me faz muita falta nessa terra assolada pelo frio e a altitude. Saudade das Casas Pedro e a cara da moça impaciente diante minha indecisão, sinto saudade da paçoca depois do almoço, do picolé da Cantareira, do açaí da barraquinha da Mira com granola e leite em pó, sinto saudade da barca e da possibilidade de sentar na janela e contemplar as ondas do mar, me faz falta a Praça XV e seu sem fim de artefatos e personagens, do bandejão no dia da guarnição francesa, da Orla depois da aula, do IACS, da prainha, dos corredores, da mesa de doces e o bolo de banana e canela que nunca esquecerei; saudades do Cine Artes em estreia, de Itacoatiara de bike, da Praia do Sossego, dos amigues, do samba e o funk convivendo em harmonia em um mesmo local, das buganvílias e a Pitanga anunciando a chegada da primavera, saudade das ruas e os tapetes amarelos de flores recém deitadas, sinto saudade das minhas asas, das fogueiras, das filas no terminal, dos almoços de domingo, ou de terça ou de quinta, do cheiro do café, das novidades, saudade da novidade! Cabem tantas saudades num corpo só? Sinto saudade de você!

As palavras que seguem foram expelidas num desses tantos trânsitos. Hoje, lembro-me delas, porque saudade é o exercício da lembrança e lembrar é passar pelo coração. Hoje sinto as palavras como sentires presentes e vibrantes. Porque Brasil: vou e já já volto.

Semear, colher, amar, andar — andando — vouuu e já já volto, ficarei com saudade, não tem como não, né? É que o Brasil sempre me deixou sem palavras, tanto amor envolvido, abraçado, entregue, tanto por vir ainda. Infinitudes!

Somos polvo de estrela, e como pó de estrela vou visitar outras terras, outros céus. logo menos estarei de volta. e no meio dessas cores, cores das flores, do céu, da lua de solstício anunciando o primeiro dia de verão, estou indo. só sentimentos de gratidão. Gracias, gracias a la vida que me há dado tanto, me trouxe até́ aquí e me presenteou com o tesouro da vida, do amor, da família, as amizades, os abraços irmãos: irmandade não precisa de protocolo, somos todes, todes somos e sendo sou, voo.

 

Gracias por esse tempo encantado.

Em memória de uma amada
amiga, Monica Robb.

Sus preguntas y curiosidades por mis pasos
en Brasil tuvieron respuesta en estas letras.
Minhas palavras e carinho todo para ela.

Skip to content